Desde 1900 hasta 1924
Finalizabamos la entrega anterior indicando que al cierre del siglo hubo cambios en la dirección social de Baitoa. El nuevo mando se centró en dos figuras no objetables. Ambos tenían relativamente poco tiempo en la comunidad. Una de ellas lo era el fundador de la escuela de Baitoa, don Gabriel Franco, la otra persona lo era el nuevo párroco de la comunidad, el Padre José Manuel Román, que llegó a ser el motor de arranque de la fuerzas organizativas que tuvimos entonces. Y estos dos personajes tenían muchos rasgos comunes.
Ninguno de los dos había nacido en Baitoa, para comenzar. Pero lo más importante ambos poseían una gran y extraordinaria cultura. Uno de ellos fue el primer doctor en teología que tuvo el país, ambos eran consagrados músicos de instrumentos no tradicionales y, sobre todo, eran dos grandes don juanes, pero sus andanzas amorosas no fueron obstáculos para que pudieran luchar en total armonía con todos por un período de más de veinte años.
Para mi el cambio se retrata de lleno cuando sabemos que la persona encargada de recibir y presentar en sociedad al párroco de Baitoa lo fue Gabriel Franco. Y para que todo fluyese sobre ruedas rogó a Ramón Pérez que permitiese que su hija Juana se encárgase de prestar atenciones al cura que llegaba a la comunidad. Y es que Juana, amén de muy elegante, era de las pocas jóvenes con suficiente educación, posiblemente bajo la dirección de Gabriel, para desenvolverse en la lectura y escritura necesarias para resolver problemas de las familias. Mucha gente la llamaba para estos fines.
Un sobrino de Ramón Pérez era el encargado de llevar, en sendas bestias de transporte, al nuevo cura a Santiago. Ese guía lo fue Malila Pérez, quien, además fue testigo de la primera "pesca" amorosa del cura: su prima Juana.
A pesar de algunas adversidades que nos daba la naturaleza, el comercio, el tabaco, la ganadería y la caña de azúcar llevaban prosperidad a Baitoa. La zapata de la comunidad era, pues, muy sólida. Pero, a pesar de toda la prosperidad, el Poblado, la zona de Baitoa que con el tiempo fue el centro de la comunidad pues en el lugar se estableció el primer gran comercio de que se tenga noticia, el de Josë María Pérez, apenas contaba con poco más de 10 viviendas. El habitante de Baitoa, prefería tener su vivienda en sus, así llamados, callejones.
En esta zona el terreno no era fácil de adquirir. Más atractivo y barato era la zona donde se atribuían vivir inicialmente familias de más ligeras costumbres y por tal motivo se le conoció durante largo tiempo como Rincón Bellaco.
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Para 1911, por ejemplo, Marcos Antonio Regalado, de Arroyo Hondo fue llamado a Baitoa para construir tanques de almacenamiento de agua, posibles porque en el comercio de Jesús María Pérez tenía disponible planchas metálicas para cubrir las viviendas. En ese año construía el primero de los tanques que tuvo Leopoldo Núñez en su residencia, y al buscar materiales en la cañada de los Jobos, desenterraron un cadaver que la comunidad reconoció como la de Manuel Emilio Pereira muerto en 1885. Su hijo Ramón Pineda ya de 26 años se encargó de llevar al padre que apenás conoció a la tumba definitiva (1)
Tómese en cuenta que para esos años Eliseo Pérez, de la comunidad de López, ampliaba su capacidad productiva de aguardiente. Y para producir aguardiente necesitaba de la caña o por lo menos del melao, que no sólo se producía en López y sus cercanías sino que tenía en la Lima una fuente suplidora segura y donde se tenían algunos trapiches en pleno funcionamiento. Sépase que el comercio de don Eliseo abarcaba gran parte del Cibao y en ese comercio se tenía en don Ramón Pineda a su agente en Baitoa.
Pero Ramón , Mon Pineda, no sólo cubría la distrubución en Baitoa. Su ámbito de comercio llegaba a Jarabacoa por un lado y, por otro, llegaba hasta Guanabanó , el Monción de hoy. En este último caso se nos ha narrado que desde López se despachaba una carreta con sendos toneles de aguardiante vía Santiago, donde debían tomar la barca del cruce de Borbón y de ahí continuar la marcha hasta el destino final. Allí se escanciaban los pedidos en recipientes menores, se facturaba y cobraba.
No sólo tuvimos escuela, e iglesia, también tuvimos organización de los comerciantes y de la juventud que se agrupó con el tiempo en el Club Unión y Progreso. Los precios del tabaco fueron excelentes en 1915: a cinco pesos del cerón de tabaco. Todo a pesar de las grandes inundaciones producidas por el huracán de San Severo de 1909 o la gran sequía del 1914.
A propósito de esta gran sequía fuimos personalmente informados por familiares que los Núñez pudieron permanecer siendo ganaderos gracias a que pudieron llevar su ganado hasta Bonao. Fue terrible esa sequía.
El progreso de Baitoa alcanzó niveles no vistos hasta entonces. Baitoa se convirtió en un centro comercial importante a la par que los andulleros de la comunidad seguían recorriendo gran parte del país. Pero una gran desgracia acechaba no sólo a Baitoa sino a todo el país.
La muerte del dictador Lilis llevó a un gran período de intranquilidad en todo el país. Y aunque Baitoa se podía considerar como un remanso de paz, donde llegaban refugiados de ciudades cercanas, no dejaba de cuando de vez de ocurrir hechos intranquilisantes.
Mi padre me narró como por 1914 llegó a observar como don Mon Pineda negociaba la vida de un prisionero que fue llevado a las cercanías del río a la espera del pelotón de fusilamiento.
O el hecho tan aciago ocurrido ese mismo año donde hubo un enfrentamiento a tiros entre habitantes de San José Adentro y baitoeros que dejando como víctima un muerto no llegó a peores por la prudencia de los mayores ante los ímpetus de venganza que movían las tropas que reunió Calin Núñez precisamente del área de Rincón Bellaco.
Pero mayores peligros tenía el país en su conjunto.
La deuda, virtual en su mayor parte, que la administración Baez contrajo con la casa WesternDorp de Holanda abrió las puertas para la intervención norteamericana del país. Siguiendo un modelo establecido en el Egipto de Muhammed Ali, los norteamericanos establecieron los acuerdos conocidos como La Convención que permitieron que un poder extranjero controlara a su antojo y manera los ingresos del gobierno nacional.
¿ Quedaron contentos los poderes extranjeros con estos acuerdos ? Pues claro, que no. Si un país da muestra de debilidades ante una intervención extranjera la sed de pillaje de esos poderes extranjeros no tiene fin. Sucedió entonces así, y hoy se repite el modelo.
En 1916 tuvo lugar la intervención militar abierta del naciente imperio del Norte. Según Juan Bosch en su obra "Las dictaduras dominicanas" califica el gobierno extranjera impuesta como una de las más graves dictaduras en nuestra patria. Sin embargo, Bosch atribuye a esta dictadura continuar la tarea iniciada por la dictadura de Lilis de consolidar el capitalismo en el país. El ve como vital en esta tarea que los norteamericanos pudieran completar el plan de Ramón Caceres de construir carreteras que unieron Santo Domingo haciá el norte hasta Monte-Cristy y por el Sur hacia San Juan y Barahona. Se le olvida que en la planificación dominicana estaba hacer lo mismo pero usando trenes.
Según el general más condecorado que tuvo Estados Unidos hasta el inicio de la segunda guerra mundial el Brigadier General Smedley D. Butler, que como oficial prestó servicios en la invasión que mencionamos, la intervención se realizó para defender los intereses de los productores de azúcar del país del norte.
Ya los norteamericanos se habian metido den el negocio de la caña de azúcar en el país. Y el apetito por controlar la producción de azúcar, producto vital entonces en toda la industria de produccion de dulces en el centro del imperio, les llevo a querer adquir toda la tierra en el pais. Bueno, no sólo en el pais. Tambien vieron que podian obtener una mano de obra sumamente barata si importaban, violando las leyes de nuestro pais, ciudadanos haitianos en condiciones de semi-esclavitud, que trabajaban practicamente por una paga única no negociable. Nos echaron una vaina, pues. Como la industria del azucar había unos años que había desaparecido de las posesiones inglesas en el Caribe, trajeron técnicos de islas como Barbuda, Antigua y Tortola - de ahí el nombre de "cocolos", en islas Vírgenes Britanicas, logicamente contrados a salarios más bajos de los que percibían en la época del azúcar en sus islas.
Para satisfacer sus deseos de azúcar, invadieron no sólo al país. Haití fue invadido. Inmediatamente tanto en Haití como en el país se dieron al robo de tierras. Ironicamente de Haití se apoderaron del territorio que los Haitianos les habían quitado a los dominicanos. Y los campesinos despojados de estas tierras cruzaron entonces a territorio dominicano a tomar las tierras que pudiesen en cruzando la frontera.
En esta época llegaron con los invasores gran cantidad de puertoriqueños. No hubo mucho porblemas de adaptación de este grupo de extranjeros. Excepto que una parte de ellos ya se había acostumbrado a servir de esbirros a los invasores, pero la mayoría trabajo como técnico o guardacampestre en los ingenios azucareros.
El páis no sólo pudo conocer la cobardía y traición de algunos generales de montonera, como ese tal Desiderio Arias, que en negociaciones secretas colaboraron con los invasores, sino que también entonces como hoy impusieron a gobiernos vendepatria que obedecieron todos sus deseos.
Llegaron en 1916 para tomar toda la tierra que les vino en gana. Nos trajeron las normas Torrents desde Australia para poder despojar a los campesinos de zonas y comunidades del Este, hasta entonces muy importante en el desarrollo del país, pero que luego del despojo, no se volvieron a levantar jamás. Fue en el Este que con más fuerza surgieron los defensores de la Patria, conocidos como gavilleros, pero en el sur y en Cibao tuvimos ciudadanos que cumplieron con su deber.
"En 1919, se le solicitó al abogado Francisco Peynado que prepara un ante-proyecto de ley de Registro de Tierras basado en el sistema Torrens. Mediante este, se escogieron a los miembros del Tribunal Superior de Tierras. Ya en Julio de 1920, se promulgó la Orden Ejecutiva No. 511: ‘Orden Ejecutiva Sobre el Registro de Tierras y Sobre el Deslinde, Mensura y Participación de Terrenos Comuneros’. El sistema que existía hasta entonces, no permitía el control estatal; no había certeza sobre las propiedades." (1)
Para aplicar la nueva legislación impuesta se valieron los invasores de abogadillos y agrimensores que no sólo cumplieron a cabalidad su tarea, sino que ademas salieron de lugares oscuros de la sociedad y dieron un salto de principalía y también se fueron quedando con alguna tierra, que antes no tenían, en ese proceso.
Veamos ahora que resultados llevó esta intervención a Baitoa.
En Baitoa, las familias pudientes, ante el temor que se cernía sobre todos, procedieron a mesurar su tierra. y recurrían a algunas agrimensores y abogados de Santiago con los cuales se establecieron lazos de amistad estables. Uno de los abogados con los que se tuvo relación muy estrecha lo fué con Estrella Ureña, que en esos momentos era uno de los dirigentes, junto al imberbe Joaquín Balaguer, del movimiento nacionalista que se oponía por vía "civilista" a la invasión. Ambos más adelantes fueron pieza clave en el movimiento que llevó al futuro Brigadier Trujillo al poder a través de un golpe de Estado. Otro agrimensor con el cual se tuvo una relación duradera fue con Juan, Matongo, Minaya de Licey, agrimensor que llegó a tener relaciones muy estrechas con Ranfis Trujillo.
Motivos hubo para los temores. Los invasores llegaron a establecer un campamento en la comunidad.
De ese campamento partió la soldadezca que apresó a José Cepeda en Los Melaos, quien entonces fue sometido al procedimiento de tortura que llevaron esa hueste al pais. Consistia el tratamiento en verter azufre hirviendo sobre la piel, cortar pedazos de carne con pinsas, llenar el estómago de la victima con agua vertida por un embudo antes de golpearle hasta que vomitase sangre. Y si se queria dar un ejemplo a la población, se arrastraba la victima por los caminos amarrándole a las grupas de algun caballo.
A pesar de esos brutales métodos de tortura en todo el territorio nacional se hacían preparativos para el enfrentamiento con los invasores. Baitoa y sus alrededores no fue excepción.
Me narra Tavito Pineda que en el cruce del arroyo Puñal Mauricio Fernández, padre de Ludovino Ferández, fue emboscado por presuntos gavilleros, en el entendido que esta familia colaboraba con los invasores. Los que tal acción realizaron no se sabe si fueron capturados.
No nos consta si fueron esas tropas que apresaron y llevaron a la fortaleza San Luis a "Pulguita", de nombre Rafael, que llevó a Baitoa sus habilidades de fabricante de aguardiante. Dos veces fue llevado preso por este gran delito de ejercer su oficio, y dos veces logró escapar de forma misteriosa al extremo de que los norteamericanos le dieron fama de brujo.
Su brujería consisitió en su observación de que los norteamericanos habían instalado tuberías de cierto grosor para verter las aguas negras producidas en la fortaleza hacia el rico Yaque. Observación que él supo utilizar para sus escapes sin ser descubierto. Cuando niño le escuchaba ensimismado cuando a muchos ruegos llegó a narrar su hazaña y el peligro de muerte en que se vió en ambas ocasiones al llegar a un codo de la tubería que se obturaba. Pero su caída violenta al río era vista por el narrador como una gracia divina.
Es indidudable que el establecimiento de ese campamento militar hirió de muerte por el establecimiento de un sistema arbitrario y cobro de impuestos a las pequeñas empresas y comercios de Baitoa. Para estas ingratas labores contaron los extranjeros con la colaboración de individuos de Santiago que parecían realizar su innobles tareas con sumo placer.
Baitoa estuvo atento al acontecer nacional.
Aunque no nació en la comunidad, pero si ligado a ella desde sus años mozos, Ramón Antonio Peña H, teniendo aún pantalones cortos, señal de que no habá alcanzado 15 años, repartía volantes en manisfestaciones nacionalistas donde los oradores eran Rafael Estrella Ureña y un imberbe Joaquín Balaguer. En ese mismo año, 1920, llegó por primera vez a Baitoa buscando una mula del padre Román. ¿ Pero llevó con él las ideas nacionalistas a Baitoa ?.
Los invasores norteamericanos siempre han costeado su empresa de invasión, no tanto con el objetivo propuesto de apoderarse de tierras para sus ingenios azucareros, como con la adquisición por parte del país invadido de deudas y la creación de nuevos impuestos a la población sometida. En ese sentido se tuvo una nueva legislación sobre impuestos a la producción doméstica, específicamente de bebidas alcohólicas, cigarros y cigarrillos; fósforos, velas y jabones. Fue la mal recordada Ley de Rentas Internas No. 197, con la que se centralizó el cierre de muchos pequeños negocios, como alambiques.
La excusa de la ocupación militar fue el aumento de la deuda pública; pero esta no tuvo consideraciones a la hora de tomar préstamos desmedidos. Al término de este período, la República Dominicana quedó más endeudada de lo que estaba cuando se inició." (1)
Como debemos mostrar las dos caras de la invasión, debemos senalar que la invasion del 1916 dio inicio a un sistema de carreteras que comenzo a unir, por primera vez, a todo el pais. Se construyeron carreteras que unían a Santo Domingo con Monte Cristy ya Higüey con Barahona. Hasta entonces viajar a Barahona o a Puerto Plata, por ejemplo, era mas conveniente tomando algun tipo de embarcación. Pero antes de la intervención se podía viajar desde Puerto Plata hasta Sánchez en las cercanías de Samaná. Se tenían planes, como ya indicamos, de unir todo el país con una red ferroviaria.
Desgraciadamente, con esta invasión se dió inicio al fin del sistema de ferrocariles que tanto trabajo nos habia dado crear, hasta llegar al dia de hoy. Donde el ferrocaril interurbano nos queda como un lejano recuerdo.
En Baitoa comenzó un periodo de decrecimiento. Ya la producción de aguardiente dejó de ser lo mismo. De hecho la tenencia de alambiques se convirtió en delito. Las fabricas de cigarro cerraron. El comercio, ya por los vaivenes producidos por la guerra mundial, entraron en quiebra.
Finalizamos este período sin que aún aparezcan las agrupaciones políticas en Baitoa. A pesar de que fue el período donde Baitoa tuvo el mayor crecimiento económico de su historia, pero finalizó con una debilidad que la fué agregando al monto de comunidades del país que no tenían esperanza de descollar por si misma.
El tabaco siguió salvando a Baitoa. Pero no se contaba con otras opciones.