miércoles, 20 de noviembre de 2024
jueves, 23 de mayo de 2024
Toros en Baitoa
La sangre
(Un viejo artículo del 2020)By: Ramon Felipe Nunez
miércoles, 24 de abril de 2024
Luis Pelo de Caña
Por: Ramon Felipe Nunez
Ramona y María Eugenia fueron las dos hijas de Juan Suriel y Vive, su esposa. Vive es un apodo, supongo. Pero no creo que nadie conociese a Juan Suriel, de la Zanja, y residente casi toda su vida en Baitoa por su nombre. Pero si conocían a Juan Vive. Juan Vive llegó a Baitoa como halador de andullos. No haré otra sino esa presentación de María Eugenia. Era la hija más pequeña de esa familia.
Regresé a mi país después de 10 años de ausencia en 1982. A los dos días de estar en Baitoa me encuentro con Maria Eugenia y le saludo como si nunca hubiésemos roto el contacto. Le pregunto: ¿ que has sabido del sinvergüenza? ". No había que poner nombre. Su respuesta fue con su habitual timidez. "Desde que se fue hacia la capital jamás regresó y nunca pude saber que fué de su vida.". Y a modo de explicación señalándome a un jovenzuelo de unos 11 años, " este es su hijo, se llama igual que él". En verdad que no presté atención al niño y continuamos hablando de su familia de Vive, de Juan y de Ramona.La conversación me dejó un sabor amargo. Me sentía culpable de un hecho que no había realizado.
Todo comenzó cuando la viuda Minaya me llamó un día a su casa y señalándome a Luis Pelo de Caña, que estaba sentado en una mecedora mirando al suelo, como un niño avergonzado por una acción cometida, me indicó. "Quiero que te lleves a Luis para Baitoa, si permanece aquí, en Santiago, o Santo Domingo es un hombre muerto".
Vamos a introducir las dos personas que mencioné en el párrafo anterior.
La viuda Minaya lo era de un miembro del 14 de Junio que se había alzado en armas en el año 1963. Murió acribillado por la espalda porque problemas en la espalda le impidieron retirarse de prisa cuando el ejército se acercó al rancho donde los alzados en armas descansaban. La pérdida de su esposo no la amilanó y convirtió su casa en un pequeño taller de confección de ropas que le permitía vivir con decoro y darle educación a sus tres hijos. Siguió la lucha de su marido protegiendo a los miembros del 14 de Junio en la medida de sus posibilidades. En cuanto supo que Luis estaba en peligro de muerte actuó prontamente y no vió a otra persona sino a mi para salir del problema que se presentaba.
En cuanto a Luis, a quien tenía conociéndole por más de dos años, era de apellido Fernández. No me lo dijo él. Pero con quienes compartió me afirmaban que era hijo de Ludovino Fernández, aquel afamado general trujillista. Y sobre todo, me afirmaban, había tenido una participación destacada en la lucha contra el invasor extranjero.
Parece que tenía una modesta casa en Gualey. Y en ese sector se le vió combatiendo en los primeros días contra las llamadas tropas del CEFA. Después de saborear la victoria contra un enemigo formidable le llegó la noticia que de el ejército norte-americano había desembarcado dividiendo la ciudad para de mejor manera eliminar los focos de resistencia que se encontrasen en la llamada parte norte de la ciudad que incluía el sector donde se encontraba.
Rápido le vino a la memoria la hazaña de Gaspar Polanco y decidió que la ciudad capital debía ser presa de las llamas para mostrar el precio que se pagaría a los invasores. Inmediatamente comenzó a dar fuego a su vivienda, pero antes que respaldo hubo alarma en el sector y los vecinos apagaron las llamas. El fuego no se propagó más, como era su intención.
Después de la guerra, pasó a servir la causa rebelde convirtiéndose en un simple chofer que transportaba personas desde Santo Domingo a Santiago, y viceversa. Y bajo el manto de ese trabajo trasladaba el periódico del 14 de Junio a toda la región del Cibao.
En el transcurso del reparto de pasajeros llevaba el paquete de periódicos, dentro de grandes cajas de cartón, a la residencia de José Saleta en Bella Vista. Era esa residencia una casa rodeada de amplio patio. Tan grande era el patio que allí se tuvo la primera granja de pollos del Cibao que funcionaba en su parte trasera. Pero esa casa comenzó a ser allanada por la policía con bastante frecuencia. No fue extraño pues que, en una ocasión, cuando Luis entra con algunos pasajeros y su preciada carga, es detenido por un oficial de policía que estaba realizando una de sus tantas visitas. Luis explica que es chofer y que debe entregar un paquete que envían desde Santo Domingo y acto seguido pidió el auxilio de dos policías para que descargaran y se hiciesen responsable de esos paquetes. Es decir, que tuvo el coraje de poner a colaborar a la policía en una actividad revolucionaria.
Su cabello era castaño, debió haber sido rubio en su niñez, y sus ojos, de un azul palido, se enmarcaban por unos lentes que delataban problemas de visión.
Así transcurría su vida. Hasta que los cuerpos represivos comienzan a dar caza a algunos ex-militares que habían sido compañeros en los cuarteles y luego en la revuelta. A Luis le comenzaron a buscar en Santo Domingo. Y a la viuda Minaya, por vías que sospecho, le informaron que le tenían ubicado en Santiago.
Fue entonces que la viuda me llamó.
Tomamos un vehículo en la parada y nos trasladamos a Baitoa. En llegando le pedí a mi hermano Jose Amable que le diera acogida a mi amigo y de ser posible le consiguiese algún trabajo. Excepto el nom de guerre, Guaroa, con que le conociamos no supo más mi hermano sobre mi amigo.
Recuerdo, en ese primer encuentro, que mi hermano tenía problemas con una motocicleta que poseía. Luis enseguida la examinó y resolvió el problema. Mi hermano tuvo, pues, una impresión positiva de Luis.
Ese fin de semana hubo una tormenta, o ciclón, no recuerdo bien, que afectó la costa norte del país. No obstante ello Daniel Fernández y Tito García tenían necesidad de un chofer para un yip con que se trasladarían por los lados de El Mamey en negocios de andullos. Luis les sirvió de chofer.
Parece ser que ya habían finalizado sus negocios en la zona cuando decidieron regresar. Pero un par de borrachines que se trasladaban en una motocicleta decidieron divertirse obstaculizando la vía y poniendo a todos en peligro. Tal era la forma que se lanzaban contra el vehículo en que viajaban los baitoeros. Daniel Fernández tenía urgencia de avanzar. Por tal motivo Luis pidió permiso para resolver ese problema.
No imaginaban, Daniel o Tito, el método que usaría Luis para lograr su objetivo. Lo hizo de manera simple. Aceleró con el vehículo y dió un golpe como de carambola en billar contra el motor saliendo disparados, literalmente volando, los borrachines a cada lado de la vía. Pensaron Daniel y Tito que tenían un par de muertos por los que responder, por lo que no objetaron cuando Luis a toda carrera se alejó del lugar.
Pero como el diablo nunca duerme, en su avance se encontraron con un puente que en la mañana estaba en pie había sido arrastrado por las corrientes del río que cubría. No hubo más remedio que retroceder y enfrentar lo que fuese respecto al accidente provocado.
Y encontraron a los accidentados.
Aunque no me crean, pero así se me narró, ya los borrachines estaban sobrios y sin ninguna herida en el cuerpo. Estaban, en consecuencia, muy agradecidos de los baitoeros. Antes que pedir compensación económica dieron las gracias.
Luis no ocultó que tenía un pasado en la milicia. No se si fui yo que informé a algunos amigos que Luis era muy bueno al tiro al blanco. Así se me había dicho.
Por tanto fue con mucho cuidado que Joseph Núñez, hijo de padrino Talo, que me preguntó : "¿ estás seguro de que él fue militar?. Pues tuve problemas con mi rifle de aire y él no sabía que hacer con el mismo ".
Me confesó Joseph que Luis era amigo de exagerar. Así me enteré que Luis había hecho ciertas narraciones a un pequeño grupo de jovenes de sus andanzas en el ejército. Así se enteraron de que viajando en un barco de la marina fue abandonado en Panamá. Y él, Luis, no se amilanó y regresó a pie hasta Santo Domingo.
Si han leído mi narración sobre mi tío José Romero deben llegar a la conclusión que para ser militar en República Dominicana se debe tener una imaginación muy fértil.
En algún momento el gobierno contrató gran cantidad de personas en la construcción y mejora de carreteras en Baitoa. Luis, de alguna manera, tuvo algún contacto con algún ingeniero, supongo yo, y logró trabajar como "listero". Pudo entonces tener algún ingreso fijo.
Fue en esos momentos que noté un pequeño encuentro entre Luis y María Eugenia. Luis como buen romántico lanzó algunas piedrecillas en dirección de María Eugenia. Está última se disgustó sólo para mantener las apariencias. Recuerdo que le dije a María Eugenia que no prestara atención a mi amigo.
Para mi fue una sorpresa cuando la viuda Minaya me convocó a su casa para una pequeña celebración. Por su casa habían ya pasado Luis y Maria Eugenia camino a un juzgado de paz. Ahí los esperamos. Llegaron con un simple bizcocho en la mano. Con algunos resfrescos brindamos por los recién casados. María Eugenia estaba feliz. Muy feliz.
A finales de 1971 estando en Baitoa se acercó a mi María Eugenia. Creo que ya había nacido su hijo. Me dió la queja de que Luis Pelo de Caña se había ido hacia Santo Domingo y no tenía noticias de él. Sólo sabía que trabajaba para la Cruz Roja.
El lunes siguiente estando yo en Santo Domingo y caminando por la calle Independencia, por Gazcue, en hora de tránsito pico, noté un vehículo de la Cruz Roja que sube por las aceras para avanzar. Venía en mi dirección. En el volante distinguí la figura de Luis. Hice todo lo posible para llamar su atención. No lo logré. Siguió su marcha. Nunca lo volví a ver.
A los pocos meses hube de salir del país.
En el extranjero conocí una figura nefasta para el país. Pero, siendo esta persona, hijo de Ludovino Fernández, me atreví a preguntarle si conocía de la existencia de ese posible hermano suyo. De mala manera negó tal posibilidad.
Luego de regresar al país, conocí a Luis Fernández hijo, producto del matrimonio de María Eugenia y mi amigo. Por hacer amistad con él le relaté que yo había sido amigo de su padre. Su respuesta me dolió. Se resumía en señalar que no podía tener sino desprecio a quien lo abandonó como niño. Entendí su dolor. Pero lo sentí en carne propia.
Sólo quería saber como fueron los últimos días de Luis Pelo de Caña.
miércoles, 4 de octubre de 2023
lunes, 11 de septiembre de 2023
miércoles, 6 de septiembre de 2023
Se tiran a las calles en reclamo a Ed-Norte y ACUEDUCTO
Baitoa, Santiago, Republica Dominicana.
Un nutrido grupo de comunitarios en el centro del municipio de Baitoa salieron a las calles la mañana de hoy Miércoles en demanda de un precio justo en la energía eléctrica, que según los demandantes es abusivo lo que están cobrando en la factura familiar, en donde familias humildes a los cuales sus sueldos no les da para comer y les están cobrando miles de pesos mensuales sin ellos consumirlo.
Por otro lado expresan su descontento con el gobierno central por prometer un ACUEDUCTO, el cual está lejos de ser construido.
Imagen cortesía de: Miguel Pérez
viernes, 1 de septiembre de 2023
La Sociedad Ecológica de Puñal denuncia vertedero de Baitoa.
Llama a la atención de la autoridades de Baitoa y del Ministerio de Medio Ambiente, ante el gran incendio que se generó en el vertedero de esa de Marcación, a cielo abierto.
Está situación genera grande contaminación y afecta varías comunidades entre ellas Sabana Iglesia, Janico y otras comunidades aledañas.
martes, 22 de agosto de 2023
Les presento, Torres Don Antonio, apartamentos en Santiago R.D
lunes, 26 de junio de 2023
viernes, 23 de junio de 2023
Nuestro pasadía número 14 se acerca!
U n i d o s P o r A m o r A B a i t o a
INVITA
Domingo 23 de Julio